La ría de Pontevedra, con su intrincada red de aguas y costas, ha sido testigo de innumerables historias de navegación, comercio y, por supuesto, piratería. En este artículo, exploramos los hechos reales que dieron lugar a los misterios y las leyendas que rodean a los piratas y corsarios que una vez surcaron estas aguas.
A Lanzada, vieja conocida de los piratas
Nuestro periplo comienza en A Lanzada, en buestra querida parroquia de Noalla, en Sanxenxo. Este lugar no solo es uno de los rincones más mágicos de Galicia, sino también un punto crucial en las rutas marítimas ancestrales. El yacimiento arqueológico en A Lanzada, que data de varios siglos antes del Imperio Romano, nos habla de su relevancia histórica. Aquí se alza una torre medieval, todo lo que queda de una fortaleza que protegía esta costa de las incursiones enemigas por mar. Las islas de Ons y Onza completan este escenario histórico y natural, sirviendo como refugio y escondite para piratas y flotas enemigas.
Señales desde Noalla
Noalla, en tiempos antiguos, albergaba un faro fenicio o romano. Este faro formaba parte de un sistema defensivo que protegía las villas de la ría de Arosa de los vikingos, piratas normandos y árabes. Mediante hogueras encendidas en las cimas, se enviaban señales de alerta a otras torres más lejanas para prevenir ataques sorpresa. La historia y la leyenda se entrelazan en este lugar, recordándonos que las aguas gallegas no solo fueron testigos de comercio y navegación, sino también de audaces aventuras y peligrosas incursiones.
Piratas en las islas Ons
Las islas de Ons han sido testigos de intriga y peligro a lo largo de los siglos. En el siglo XVI, este archipiélago pasó a manos de la familia noble Montenegro. Sin embargo, también fue escenario de asedios por parte de corsarios ingleses y piratas. Francis Drake, un nombre temido, lideró una flota que atacó estas islas. Los isleños se vieron obligados a huir a la costa para escapar de los invasores1. Ons, despoblada en la Edad Media, no volvió a tener vecinos de forma estable hasta el siglo XIX. Sus costas occidentales ocultaban a los piratas y flotas enemigas, que aparecían con las velas desplegadas en cualquier momento ante la costa. La historia y la leyenda se entrelazan en este lugar, recordándonos que las aguas gallegas no solo fueron testigos de comercio y navegación, sino también de audaces aventuras y peligrosas incursiones.
Portonovo y los piratas turcos
Siguiendo nuestra ruta, llegamos a Portonovo. En 1622, los valientes vecinos de Portonovo se enfrentaron a una flota enemiga, posiblemente turca o berberisca, que intentó desembarcar en la playa. Los portonoveses salieron victoriosos en esta ocasión.
Sin embargo, en 1589, la historia fue diferente. El temido Francis Drake, conocido como Sir para los británicos y ladrón para los españoles, atacó la ría. Drake asaltó la isla de Tambo y, aunque no logró tomar Pontevedra, saqueó el monasterio y dejó su huella en la iglesia vieja de Sanxenxo. Los restos del incendio en el retablo del siglo XVI aún se aprecian allí.
Así, la ría de Pontevedra sigue guardando los secretos de sus piratas y corsarios, y cada ola que acaricia sus costas susurra sus historias al viento salado.